dimecres, de maig 19, 2010

LA INDIA COMO HORIZONTE


Algunos analistas establecen una dicotomía, a la que parece los países emergentes deben enfrentarse: o desarrollarse económicamente o ser una democracia. Partimos de la no aceptación de esa premisa, dicho de otra manera, debemos trabajar para que el desarrollo y crecimiento en bienestar sea compatible con la consolidación de una democracia sostenida por un Estado de Derecho, el reconocimiento de libertades y el respeto a los derechos humanos.

Por eso hoy he querido hablar de La India: La India como paradigma de país emergente que no está dispuesto a renunciar ni al desarrollo ni a la democracia. Quizás su crecimiento será menos vertiginoso que el de otros países del grupo de los BRICs (que tampoco es cierto, si nos ceñimos a los datos), pero no abandonar la democracia multipartidista y laica por la que apostaron desde el inicio es lo fundamental y es lo que lo hace especial. Su primera Constitución de 26 de enero de 1950 ya encarnó la síntesis entre la modernidad y la tradición y con ella han alcanzado 60 años de historia democrática ininterrumpida. Con casi 1.200 millones de habitantes, India es la democracia más grande del mundo. Aunque llamada a menudo una “democracia ruidosa” sin duda, la solidez institucional de sus fuerzas armadas, cuerpos de seguridad o de algunos servicios públicos como el de correos, por ejemplo, hace que partan con mucha ventaja respecto de otros países.

No quiero decir con esto que su desarrollo haya estado o esté exento de severos retos. De hecho, afronta numerosos problemas internos, entre ellos la extendida pobreza (aunque ésta no deja de bajar), la falta de infraestructura básica (aunque tiene un sistema ferroviario que se debería potenciar), la corrupción, un alto grado de diferenciación social relacionado con el sistema de castas (aunque ha sido capaz de desafiar ese sistema abriendo la administración y la política a los llamados intocables), una difícil cohesión territorial, desequilibrios regionales, o incluso problemas de terrorismo interno.

Sin embargo, cabe destacar que, entre los países emergentes, India es el que tiene menor índice de desigualdad y una mayor clase media que cada día aumenta.

Además, cuenta con dos grandes recursos, dos grandes complicidades con Occidente que muestran el creciente papel global de India: su modelo democrático con una economía de mercado relativamente abierta, como ya he dicho; y el dominio del inglés, por tenerlo como lengua oficial, que facilita la difusión de su cultura y su influencia internacional.

La interculturalidad de India, la diversidad religiosa (hindúes, musulmanes, cristianos, budistas, zoroastristas o judíos, entre otros, conviven), la diversidad lingüística (con más de 400 lenguas reconocidas) o la gran diversidad étnica, ha potenciado una milenaria tradición de diálogo y tolerancia extraordinaria.

Pero la importancia de India es poliédrica; lo es por al menos, 5 cuestiones estratégicas a las que queremos referirnos:

En primer lugar, lo es por su posición geoestratégica.

El papel que desarrolle India en la región es crucial en las relaciones con Pakistán, Irán o Afganistán y para la seguridad internacional.

En segundo lugar, lo es por su potencia económica, comercial y turística.

Qué duda cabe de que en una coyuntura como la actual tiene más sentido que nunca abordar un debate sobre la ampliación y profundización de nuestras relaciones económicas y comerciales, especialmente con un país emergente.

El gobierno español ha puesto en funcionamiento el Plan Integral de Desarrollo del Mercado español en India con el fin de fomentar las relaciones económicas y comerciales.

Las empresas españolas empiezan a abrir brecha en el mercado indio, donde existen grandes oportunidades en determinados sectores como el de la energía solar o los trenes de alta velocidad.

El comercio bilateral se ha doblado respecto al 2004, pero sigue en niveles bajos para el potencial de ambos países. Tenemos que aprovechar la coyuntura difícil por la que pasamos para potenciar los intercambios.

Hay que tratar de aumentar el turismo que se dirige a España desde India. Mejorar el conocimiento de la imagen de España y de su oferta.

En tercer lugar por la potencial cooperación científica y tecnológica.

En este sentido, se tiene previsto la organización de reuniones científicas conjuntas para fortalecer las relaciones entre investigadores de India y España, que fructifiquen en el desarrollo de proyectos de investigación. El CSIC también ha firmado acuerdos para la investigación conjunta en los ámbitos de matemáticas y astronomía.

En cuarto lugar, por la potencia del intercambio cultural.

Es el momento de reforzar las relaciones culturales y académicas aprovechando la presencia del Instituto Cervantes en Nueva Delhi. De esta manera, se puede jugar un papel decisivo en el intercambio idiomático y laboral potenciando el español como segunda lengua occidental en la India. También es importante la recientemente creada Fundación Consejo España-India de mano de entidades privadas y públicas.

Asimismo, es relevante el papel de Casa de la India y de la propia Casa Asia.

Y en quinto lugar, hay que estrechar lazos para la lucha contra el terrorismo.

La cooperación en materia de lucha contra el terrorismo es apremiante, no solo por los ataques terroristas que ha sufrido ese país recientemente, sino también por el terrorismo interno de los naxalitas en algunos estados del norte.


CONCLUSIÓN

En definitiva, en la cotidianidad de India se hace palpable la posibilidad del entendimiento, de la convivencia y del respeto de oriente y occidente. India es aquel lugar donde la alianza de civilizaciones alcanza todo su sentido, toda su dimensión, un ejemplo de la capacidad de unir aquello que es diferente y encontrar así la posibilidad de construir un camino conjunto. Un infinito global irrumpe en India y éste se mezcla con su infinita riqueza y complejidad interior.

España y la UE deben virar la mirada y depositarla sobre Asia y sobre India con intensidad, tal y como ya lo ha hecho EEUU. Porque el futuro se discernirá en ese polo, incorporando a los países asiáticos en pie de igualdad con europeos y norteamericanos en la formulación de las reglas globales.

Estratégicamente para España es central potenciar unas relaciones bilaterales fuertes porque se trata:

. de nuestra seguridad exterior,
. del aumento de nuestras exportaciones,
. de la expansión de nuestras empresas
. de la creación de empleo,
. de la captación de inversiones,
. del desarrollo de la cooperación técnica y
. de fomentar el intercambio cultural y social

La dimensión asiática es, junto con la Iberoamericana y la Mediterránea, la clave para reforzar la posición internacional de España en el marco de la UE. Pero es que además el intercambio y el enriquecimiento a todos los niveles que puede suponer esta relación será clave para nuestro propio desarrollo futuro.